
Entrevista con IEEPP, Nicaragua LAB ¿Cómo está lo de la desigualdad social en Nicaragua? ¿Qué grupos son los más desfavorecidos? IEEPP Si bien se ha logrado reducir el porcentaje de pobres y pobres extremos en el país y en los últimos años se han realizado esfuerzos para mantener la estabilidad macroeconómica y buscar la eficiencia del sector público, no se han producido los resultados de superación de la pobreza anhelados y ni tampoco las condiciones de inequidad. Las últimas estadísticas provenientes de las encuestas de hogares (EMNV), señalan que en Nicaragua la población en pobreza ha pasado de 50.3% en 1993 a 46% en 2005 y a 42.5% en 2009. De acuerdo con la Fundación Internacional para el Desafío Económico (Fideg), el porcentaje de la población que vive en condiciones de pobreza en el país en 2009 era el 44.7%, en 2010 el 44.5% y en 2011 el 44.1%. Lo que sugiere que en casi veinte años la pobreza ha disminuido en menos de diez puntos porcentuales. Por otro lado, para dar cuenta de la desigualdad en la distribución del consumo, la última Encuesta de Hogares para Medir la Pobreza de Fideg, señala que las distintas medidas de desigualdad sugieren “que en el periodo observado la desigualdad se ha reducido en Nicaragua (…). Aunque ha habido mejoras, la distribución sigue siendo desigual pues en el 2011 hay un 20% de la población (el quintil de mayor bienestar) que abarca el 40.4% del consumo total”.1 Otro dato a destacar es que en el país la tasa de desempleo es de 7.4%, sin embargo el Sub- empleo es del 53.7%. En relación a la educación, considerando la población de 10 años y más, la población nacional tiene un promedio de 5.9 años de escolaridad. En las áreas urbanas el promedio es de 7.1 años, en cambio en las zonas rurales es de apenas 3.9 años.2 La tasa de terminación de la primaria pasó de 71 en 2007 a 75 en 2010, sin embargo, es la tasa más baja en América Latina y El Caribe según la Unesco. Una característica central de la situación de pobreza en Nicaragua es que afecta de forma particular a los niños y niñas. La tasa de pobreza para la población de 0 a 5 años es de 57.2%, ésta asciende a 58.5% para la población de 6 a 11 años y es de 53.6% para los niños y niñas de 12 y 14 años. En comparación con años anteriores, dichos porcentajes no muestran cambios estadísticamente significativos.3 La Endesa 2006/2007 destaca que los datos sobre desnutrición crónica reflejan que más del 17% de los niños menores de cinco años tiene algún grado de desnutrición y la desnutrición crónica severa para el quintil más bajo es de 8.2%. Los menores nacidos en hogares que pertenecen al quintil más pobre de la población tienen una tasa de mortalidad que se estima en 43 por mil nacidos vivos, siendo esta probabilidad dos veces mayor de morir en los primeros cinco años de vida, en comparación con aquellos nacidos en el estrato superior (quintil más alto), que es de 21 por mil nacidos vivos. El 26.4% de los niños, niñas y adolescentes entre 7 y 17 años tienen privación grave de educación y al comparar con el indicador de pobreza, 75.8% son pobres. Por otro lado, las principales inequidades sociales se expresan en la mayor pobreza de las mujeres (doble tasa de desempleo, 80% de trabajo informal, 20% menos de salario), en el trabajo infantil, en los problemas de acceso a servicios de las comunidades indígenas y afro descendientes (más del 75% sin acceso) y en el incremento de la brecha entre la población en los quintiles extremos (el 20% de población con ingresos más altos consume el 49% del ingreso). La violencia intrafamiliar es un problema que afecta principalmente a las mujeres y niños. Los jóvenes nicaragüenses se enfrentan a problemas crecientes de violencia, lesiones, consumo de sustancias adictivas (tabaco, drogas y alcohol), falta de oportunidades y desempleo. La explotación, comercio sexual y delitos sexuales están creciendo. El trabajo infantil y adolescente afecta a, aproximadamente, 240,000 niños de 5 a 17 años, de los cuales el 61.4% no recibe remuneración económica por su labor. De acuerdo con el Índice de Pobreza Multidimensional Juvenil (IPMJ)4 que revela el Informe Nacional de Desarrollo Humano (INDH) 2011 del PNUD, el grupo de edad que sufre más privaciones de manera simultánea en las dimensiones de educación, salud, empleo y condiciones del hogar, es el de jóvenes de 25 a 29 años. El mismo informe plantea que actualmente, cerca de un millón de adolescentes y jóvenes nicaragüenses son considerados pobres de manera multidimensional, lo que representa la mitad del total de la población adolescente y joven. El INDH consigna que la falta de empleo decente es uno de los mayores, o el mayor problema, que enfrentan las juventudes nicaragüenses. Tres de cada cuatro jóvenes (78%) del quintil más pobre están subempleados, mientras que el subempleo sólo afecta al 3.2% de las personas del quintil con mayores ingresos. También resalta que las mujeres jóvenes que desean trabajar enfrentan barreras sociales de género por las cuales tienen tasas de desempleo y subempleo más altas, consiguen empleos en trabajos considerados femeninos, rara vez acceden a puestos de poder o de toma de decisión y reciben menores salarios que los hombres. Las mujeres jóvenes son las que menos empleo tienen, la paradoja es que son las que más trabajan. Finalmente, conforme al Informe, un tercio de los adolescentes presentan rezagos serios en educación, y dos tercios de los jóvenes de 25 a 29 años tienen secundaria incompleta. Asimismo, el 66% de jóvenes y adolescentes que están empleados trabaja en la informalidad, un tercio vive en hogares con alta dependencia económica, y más de la cuarta parte, en condiciones de hacinamiento. Entre los distintos grupos de edad, los adolescentes son los que viven con mayores privaciones en las condiciones de sus hogares. LAB ¿Qué han hecho los gobiernos para reducir la desigualdad? Por ejemplo, ¿cuál ha sido el impacto del programa Hambre Cero? IEEPP Existen algunos esfuerzos que en mi opinión podría relevarse. Por ejemplo, el programa “Amor para los más chiquitos” que atiende desde el Ministerio de la Familia, articulado con el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación, a los niños y niñas de 0 a 5 años y busca dar atención integral a este grupo etario. Este Programa, implementado a partir del 2001, trabaja en la vigilancia y promoción del crecimiento y desarrollo y la estimulación educativa temprana y la promoción de nuevos valores en la crianza de los niños más pequeños. También desde el Ministerio de Educación se han realizado esfuerzos por mantener y ampliar la merienda escolar en educación básica (prescolar y primaria) y esto ha contribuido de alguna manera a reducir la deserción escolar. En 2009, la tasa de sobrevivencia al sexto grado fue del 47.4 % y en 2010 pasó a 60.4%. La mejora en la proporción de sobrevivientes al sexto grado refleja una reducción en las tasas de repitentes y desertores, de acuerdo con reportes del MINED en el 2010. Y, aunque al momento no se han confirmado mediante estudios los factores de esta mejoría, entre ellos se consideran las medidas adoptadas para elevar la retención, como el incremento de la oferta de merienda escolar, la cual cubre el total de los centros educativos del país; la entrega de paquetes escolares con útiles educativos; las acciones de rastreo comunitario para captar y hacer retornar a las escuelas a niños y niñas que son potenciales desertores; y acciones de reforzamiento escolar en turnos alternos para mejorar la promoción escolar. La dificultad que existe en relación a medir o conocer del impacto de estos programas o de otros como Hambre Cero, es la notoria opacidad en la información oficial. La información disponible es escasa, esto dificulta las evaluaciones aún para las instituciones públicas. En el caso particular de Hambre Cero, programa al que Ieepp ha dado seguimiento, es muy difícil valorar su impacto por lo mismo. Retomando aspectos señalados en el último estudio de Ieepp el programa es un avance en los programas pro-pobre desarrollados en el país al incorporar el aspecto productivo agropecuario, que prioriza la cobertura a mujeres. Sin embargo, el hecho de que esté dirigido a mujeres no representa que contribuya a su empoderamiento o que promueva cambios en la relaciones entre hombre y mujeres. Prevalecen problemas en la implementación como una asistencia técnica limitada, el impacto económico aún no es significativo – salvo algunas excepciones- la mayoría no ha logrado tener excedentes económicos para cubrir el pago del 20% de retorno de los bienes entregados. Aunque algunas mujeres han logrado comercializar productos generados por el bono. LAB ¿Qué políticas tendrían más efecto en cambiar esta situación? IEEPP Es necesario revisar la calidad y priorización del gasto público y propiciar una reforma tributaria que permita general mayores recursos para la inversión social, pero también que favorezca la distribución equitativa de los recursos que se generen. Por otro lado, colocar especial atención en las políticas sociales que contribuyan a mejorar e incrementar las distintas dimensiones del bienestar de la población, sobretodo las no satisfechas, con especial atención en niñez, adolescencia y juventud. Por ejemplo, se necesita brindar incrementar la cobertura, calidad e innovación de la oferta en educación técnica y de programas de habitación laboral para jóvenes, que permita a los y la jóvenes colocarse en el mercado laboral con empleos formales, no precarios y mejor remunerados. LAB ¿Hay perspectivas de que la situación mejore a medio plazo? IEEPP Si se utilizan lo recursos presupuestarios y extra presupuestarios (recursos de la cooperación venezolana) para potencializar bondades de programas como los ya mencionados y no para acciones populistas que no resuelven los problemas estructurales del país, la situación podría mejorar notoriamente.