Mario Ramos, the director of the Centre of Strategic Studies in Ecuador, has been analyzing Ecuadorean social movements for many years. In a series of inter-linked extracts he looks at the historical and regional context of Rafael Correa’s Citizens’ Revolution and why the movement has engendered such opposition from both Ecuadorean elites and the United States. He shows how USAID has funded opposition groups in Ecuador and draws parallels with the US destabilization campaign against Allende’s Chile.
Mario Ramos*
La Revolución Ciudadana
La Revolución Ciudadana impulsa la recuperación del Estado mediante un reordenamiento y racionalización de la inversión fiscal, teniendo como uno de sus efectos la redistribución de la riqueza en beneficio de las mayorías, cuya primera fase apenas comienza a ser visible, puesto que la transformación institucional propuesta debe consolidarse en una segunda fase que está siendo bloqueada por los intereses elitarios, corporativos y pretorianos.
En este sentido, resaltamos los hechos más graves que contribuyeron y contribuyen a desestabilizar el actual proceso político, entre los cuales se encuentra, el bombardeo de territorio ecuatoriano por parte de fuerzas militares colombianas el 1ro de marzo de 2008, el intento de magnicidio y golpe de estado el 30 de septiembre de 2010, el trabajo encubierto que se realiza cotidianamente a través de diversos mecanismos como por ejemplo usando el tema de la cooperación, las operaciones de (des)información y psicológicas, así como, enmarcar todo esto en el contexto geopolítico y geoestratégico que vive Suramérica para visualizar de la manera más integral posible, lo que ocurre en Ecuador y Nuestra América.
Elementos de contexto
Del siglo XX aprendimos que los balances productivos globales se alteraron en esa centuria más de prisa que nunca antes en la historia de la humanidad, a tal punto que hoy día, la participación del llamado Tercer Mundo en el PNB mundial es significativo y se expande constantemente, generando cambios en los equilibrios mundiales. Un Tercer Mundo que surgió en los años cincuenta y sesenta del siglo anterior del proceso de descolonización e intentos de poner fin al “subdesarrollo”, y que políticamente buscó diferenciarse de los bloques dominados por EE.UU. y la ex URSS., a través del Movimiento de los No Alineados y otros procesos, orientados a manejar la competencia entre el occidente capitalista y el bloque socialista, para mejorar las condiciones de negociación de ese abigarrado, contradictorio y múltiple Tercer Mundo.
La actual crisis mundial es también expresión del conflicto de intereses entre Estados y economías nacionales, planteado en un escenario de globalización económica extremadamente complejo: hoy el planeta es un lugar mucho más competitivo. Es una lucha contradictoria entre quienes aspiran a mantener sus privilegios hegemónicos e imponer reglas de juego para su exclusivo beneficio, y que a pesar de ello mantienen grandes diferencias entre si y quienes pugnan por independencia política que les permita mayor autonomía en la toma de decisiones a favor del ‘Buen Vivir’ de sus respectivas poblaciones.
Quienes se atrevieron a desafiar el orden internacional pos Guerra Fría, como es el caso de varios países latinoamericanos, entre los cuales se encuentran de manera especial, los países de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América – ALBA, organización que está en la mira de EE.UU , no pueden mostrarse débiles y dejar de impulsar procesos efectivos de construcción de poder geopolítico y estratégico alternativo, con visiones contrahegemónicas aun en proceso de consolidación, por medio de agresivos instrumentos de integración y cuestionamiento a las políticas de la dominación, aprovechando las actuales identidades políticas, y las permanentes compatibilidades geográficas, históricas y culturales. Los perdedores en el juego del ajedrez mundial, serán obligados a una nueva transferencia de riqueza y poder al hegemón, en un contexto mucho menos favorable a la formulación de visiones y ejecución de proyectos libertarios.
Como es lógico, EE.UU no quiere perder su recientemente cuestionada influencia en América Latina sin pelea, por ello, sus apuestas estratégicas son: a) impedir o al menos frenar la velocidad de la conformación de un bloque económico y político suramericano real y efectivo, b) desestabilizar constantemente a los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, que se muestran como los principales impulsores de un nuevo orden geopolítico suramericano, y; c) contener la radicalización de los gobiernos progresistas de Uruguay, Paraguay, Argentina y especialmente de Brasil, que juega a ser líder del subcontinente sin promover seriamente la construcción de un paraguas geoestratégico suramericano, debido a las limitaciones estructurales de sus capacidades y a causa de que es muy reciente su proyección como poder regional reconocido a escala mundial.
Para sostener su hegemonía EE.UU cuenta con su infraestructura militar global, donde su presencia militar y contratista en Colombia es una sombra amenazante para Venezuela, Ecuador y Bolivia. Fue el ex presidente Álvaro Uribe quien profundizó aun más la histórica la alianza político militar con Washington, recordemos que Colombia fue el único país latinoamericano que envío un batallón a la guerra de Corea, primer conflicto serio con el cual en 1950 se podría decir se inaugura la Guerra Fría y en 1982 se alineó con el Reino Unido en la guerra de las Malvinas.
Para profundizar esa estrecha relación, se recurrió a uno de los pretextos favoritos: la guerra contra las drogas. Ya hace más de veinte años el académico liberal norteamericano Bruce Bagley, anunció que esa es una “nueva guerra de los cien años”, cuyos resultados en la misma son absolutamente cuestionables, y cuyo objetivo final es la preservación a toda costa del poder yanki sobre su traspatio, disfrazándola de una lucha de la humanidad y de los valores morales asociados con la misma. El reciclamiento argumental finalmente se presenta como lo que es: una operación discursiva orientada a legitimar intereses de dominación claros.
La lucha contra el narcotráfico bajo el enfoque del país sin nombre no hace más que facilitar las estrategias de injerencia, tal como lo hizo el Imperio Británico en la Guerra del Opio para someter a China, pero en el siglo XIX se legitimó como una defensa del “libre comercio” capitalista occidental frente a la supuesta barbarie china, mientras hoy se la presenta como un compromiso moral ineludible con los más altos valores de la humanidad en genérico, una mera (pero intrincada y compleja) operación discursiva de validación de la presencia e intervención de aquel en la región andina.
Si el pretexto sigue siendo ‘la guerra contra las drogas’ es vital que esa lucha se sur americanice, por ello, el Consejo Suramericano de Lucha Contra el Narcotráfico de la UNASUR debe convertirse en un mecanismo real que libere a nuestros países de las ataduras estratégicas que es1047e tema ha creado en las instituciones de seguridad y defensa de Nuestra América.
Colombia está al servicio de la geoestrategia del aludido. La urgencia de Venezuela, Ecuador y Bolivia de dar pasos en el sentido de la redistribución de la riqueza y poder en sus países, de reconstruir el Estado, de generar procesos de participación e inclusión social, de disciplinar a las elites depredadoras, es percibida como una amenaza para una oligarquía colombiana que vive ya más de cincuenta años de conflicto abierto, asentado sobre la inmovilidad social, la carencia de reformas, la exclusión sistemática y la violencia estatal y paramilitar para reprimir procesos sociales represados hace décadas, tales como el conflicto agrario, que ha desembocado en una grave crisis humanitaria, que a las grandes empresas de comunicación no parece interesarles; si el 0,01% de la violación a los derechos humanos que sucede en Colombia ocurriera en Venezuela, Ecuador o Bolivia, sería un escándalo mediático diario y mundial.
Sur América, se esfuerza por alcanzar independencia política para una mejor inserción económica a nivel mundial, en ese marco busca profundizar procesos de integración propios. De ahí la creación de la Unión de Naciones Suramericanas – UNASUR, que obtuvo vida jurídica el 11 de marzo del 2011, después de cumplirse el requisito de que los legislativos de nueve países suscriban el convenio; luego de esa fecha, los tres últimos países en ratificar el tratado constitutivo fueron Colombia, Brasil y Paraguay, en ese orden. Además la flamante Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe – CELAC, celebró su primera cumbre de constitución definitiva los días 2 y 3 de diciembre del 2011 en Caracas-Venezuela.
Qué clase de conflicto se cocina en la región andina
Los conflictos o guerras se pueden manifestar de infinitas formas. Los hay directos e indirectos, convencionales y no convencionales, subterráneas, encubiertos, localizados o extendidos, etc. En donde se pueden emplear las más diversas estrategias y tácticas y una o diversas combinaciones de todas ellas.
Como investigadores de los diferentes conflictos en los cuales han intervenido los soldados universales. y dado que el objetivo político más alto es hacer inviables de raíz gobiernos del tipo Venezuela, Ecuador y Bolivia, podemos afirmar que el conflicto andino no es ni será, en principio, convencional. Se emplea abundante estrategia sucia con el fin de violentar y descomponer el tejido social y las nuevas instituciones políticas desde su interior. Promover condiciones para la proliferación del crimen organizado y bandas paramilitares.
Como nos ha enseñado la larga guerra civil colombiana, el narcotráfico y el paramilitarismo se han convertido en los principales instrumentos para la aplicación de una estrategia que ha permitido a las oligarquías colombianas perpetuarse en el poder y convertir a Colombia en un Estado excluyente y violento. La guerra colombiana ha facilitado la criminalización de la protesta social y el asesinato de hasta simples sindicalistas y defensores de los derechos humanos. La oligarquía colombiana es experta en guerra sucia.
En especial en el período de Álvaro Uribe, se buscó provocar la derrota política de los procesos democráticos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, movilizando fuerzas internas retardatarias, y promoviendo graves tensiones entre los Estados.
Para esta guerra sucia, las armas son diversas, empezando por esa experta fuerza en generar paralización social, anomia e inseguridad: los paramilitares; los organismos de inteligencia colombianos que cuentan con el apoyo de aliados similares que operan en la región; los medios de comunicación vinculados a los poderes económicos, que promueven una agresión mediática nunca antes vista y abundantes operaciones encubiertas, como quedó muy claro para cualquier observador atento y como ejemplo evidente lo demostró el bombardeo colombiano a territorio ecuatoriano el 1ro de marzo del 2008.
El éxito de la ‘Operación Fénix’ se debió a un largo y paciente trabajo de inteligencia, coordinado entre oficiales de inteligencia policial y militar ecuatorianos, y los organismos de inteligencia extranjeros que operan en el país. Si bien uno de sus principales objetivos era liquidar a Raúl Reyes, también, nuevamente, se buscó afectar al gobierno del Presidente Rafael Correa, y ese hecho mostro la irresponsabilidad, incuria y falta de control de las autoridades civiles legítimas sobre los organismos de seguridad ecuatorianos que revelaron un grado de descomposición institucional enormemente preocupante, que de nuevo se volvió a evidenciar en el 30S .
El desafío de seguridad que confronta Ecuador tiene que ver directamente con una política de ocupación territorial mediante fuerzas militares y contratistas de aquellos en Colombia, desde una óptica de intervención regional potencial y movimientos políticos, militares y diplomáticos, así como estrategias comunicacionales orientadas a desestabilizar los regímenes progresistas en la región, y de ser posible desplazarlos del poder, violentando la autonomía, libertad y democracia en Sur América.
El bombardeo de territorio ecuatoriano por parte de fuerzas regulares colombianas, fue una acción militar muy grave respecto de otras provocaciones o abusos anteriormente producidos, que visibilizó una nueva situación geoestratégica que repercutió no solo en el escenario subregional andino, sino incluso en el espacio suramericano.
No cabe duda que Colombia contó para la planificación, preparación y hasta ejecución de ese operativo militar, con el asesoramiento y tecnología militar del Comando Sur del país sin nombre. De ahí que se llegó a hablar de que Uribe convirtió a su república en el Israel de Sur América, es decir, en el aliado que desempeña el rol agresivo del proyecto de un ‘nuevo siglo estadounidense’ a costa de nuestra región. De hecho, el bombardeo de territorio ecuatoriano significó en la práctica, aplicar la doctrina de ‘guerra preventiva’ bajo el marco de la tan mentada ‘lucha con el terrorismo’.
La guerra civil colombiana, contribuye a entorpecer la agregación geopolítica suramericana. En la práctica la guerrilla colombiana, sin proponérselo se ha vuelto funcional a la geoestrategia de aquel. Para Colombia es más importante el Tratado de Libre Comercio – TLC con EE.UU, que el Mercosur , por ejemplo.
Para la Casa de la avenida Pensilvania la verdadera amenaza no son las FARC, sino los gobiernos progresistas y de izquierda latinoamericanos. En las actuales circunstancias geoestratégicas, la insurgencia colombiana se ha convertido en un instrumento utilitario a la estrategia de seguridad nacional de Washington, que ayuda a bloquear la integración latinoamericana y el ascenso de fuerzas políticas progresivas en la sociedad colombiana en el marco del juego democrático.
Al país sin nombre no le interesa un arreglo político del problema colombiano, ya que el actual escenario de conflicto interno le permite hacer el negocio que mejor sabe hacer: la guerra, plataforma fértil para el sostén de su hegemonía. Mantener el marco de contienda en Colombia y valerse de eso para frenar la marcha hacia la independencia, integración y unidad latinoamericanas. La guerrilla colombiana está derrotada políticamente, militarmente podría sobrevivir por décadas.
Un ejemplo de acción encubierta
El Informe de la comisión designada para estudiar las operaciones gubernamentales concernientes a actividades de inteligencia, del Senado de EE.UU, titulado Acción encubierta en Chile 1963-1973, es muy demostrativo de cómo operan los organismos de seguridad e inteligencia de aquellos.
Lo que viene a continuación es un resumen del mencionado informe, del cual destacamos aspectos que consideramos relevantes para la coyuntura actual.
El informe empieza destacando que se omiten los nombres de personas e instituciones chilenas que cooperaron con la Agencia Central de Inteligencia. Y señala que “la acción encubierta de EE.UU en Chile en la década entre 1963 y 1973 fue extensa y continuada. La Agencia Centra de Inteligencia gastó tres millones de dólares como esfuerzo para influir en el resultado de las elecciones presidenciales chilenas de 1964. Ocho millones de dólares fueron gastados, secretamente, en los tres años entre 1970 y el golpe militar de Septiembre 1973, con más de tres millones de dólares gastados sólo en el año fiscal 1972”
Se recalca que el objetivo de la acción encubierta es lograr impacto político, a través de varias acciones como, brindar apoyo financiero a partidos políticos y organizaciones privadas, infiltrar a los partidos o movimientos políticos, manipular las relaciones de influencia política. Se señala que los nexos que se establecieron con militares chilenos a través de sus programas de cooperación permitieron entrar en relación con oficiales “con más posibilidades para arrebatar el poder al Presidente Salvador Allende”.
Las acciones encubiertas cubrieron un amplio espectro, desde propaganda manipuladora a través de sus contactos en los medios de comunicación (se destaca que ésta fue la actividad más extendida), encuestas para generar determinada corriente de opinión, arrebatar el control de organizaciones sociales, crear frentes de acción cívica, apoyo a candidatos, hasta acciones directas de desestabilización, privilegiando la relación con el grupo que más posibilidades tenía de actuar en el derrocamiento de Allende.
Lo que se buscaba con la propaganda constante es lograr un efecto acumulativo que ayude a polarizar la opinión pública. “La libertad de prensa era el tema más importante en la campaña de propaganda internacional contra Allende”.
“Los esfuerzos de propaganda secreta en Chile también incluían propaganda ‘negra’: material falso creado para ser presentado como el quehacer de un individuo concreto o grupo. En las elecciones de 1970, por ejemplo, la CIA usó propaganda ‘negra’ para sembrar discordia entre los Comunistas y los Socialistas y entre la confederación nacional obrera y el Partido Comunista Chileno”.
Se señala que “el principal problema con que se encontraron los EE.UU dos años antes de las elecciones fue la elección del partido y/o candidato a apoyar en contra de la alianza de izquierdas”. Se subraya que el financiamiento a candidatos a diputados y senadores, “privó al partido socialista de un mínimo de siete escaños en el congreso”.
Se indica que de todos los países del hemisferio, “Chile fue elegido para convertirse en vitrina para la nueva Alianza para el Progreso”.
Ese informe es muy revelador, y no hace más que confirmar gracias a esa clase de documentos oficiales desclasificados, lo que muchos investigadores latinoamericanos han denunciado constantemente.
Gobiernos como el de la Revolución Ciudadana, están siendo agredidos con esa clase de metodología, que EE.UU utiliza desde hace décadas, para injerir en los países díscolos a su hegemonía en declive.
Hoy la ‘nueva’ metodología de intervención reconoce que las operaciones psicológicas e informativas deben tener especial prioridad e incidir en cuatro campos básicos: diplomático, económico, militar y medios de comunicación.
Buscan crear una falsa polarización en la sociedad y generar presión para producir cambios en los regímenes que les son adversos a sus intereses, de la manera más “democrática” posible, esto en otras latitudes lo definen como revolución de colores, nosotros a efectos de analizar la crisis del 30S, desarrollamos otras categorías, que fueron expuestas en el análisis “El magnicidio perfecto” .
No sorprende entonces, el perfil del director general de la USAID, que es el siguiente de acuerdo a José Steinsleger de la Jornada:
“El día que el hondureño Valenzuela fue asesinado, el presidente Barak Obama nombró a Mark Feierstein director general de la USAID. La foja de servicio ameritaba el cargo: experto en guerra de cuarta generación (desinformación), dueño de Greenbarg Quinlan Rosler (firma que ofrece orientación estratégica sobre campañas electorales, debates, programación, investigación), jefe de proyectos para derrocar a los sandinistas en el decenio de 1990, articulista de The New York Times, asesor especial del embajador de William Clinton en la OEA y del prófugo de la justicia Gonzalo Goñi Sánchez de Losada, ex presidente de Bolivia.”
De la web de la USAID recogemos la siguiente síntesis biográfica:
“Mark Feierstein es el Administrador Adjunto para América Latina y el Caribe de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Antes de ingresar a USAID, el Sr. Feierstein se desempeñó como vicepresidente socio de la firma encuestadora Greenberg Quinlan Rosner . En esta función supervisó investigaciones de opinión pública en más de 30 países, adquiriendo conocimientos de las percepciones de los ciudadanos alrededor del mundo en una variedad de temas. (…), fue director para América Latina y el Caribe del Instituto Democrático Nacional para Asuntos Internacionales, supervisando programas para fortalecer las instituciones democráticas en los países en desarrollo (…).”
Operaciones de (des)información y psicológicas
La ofensiva mediática que acompañó al bombardeo a territorio ecuatoriano, prueba que el ataque se planeó tomando en cuenta este aspecto, y muestra una de las características de las guerras de cuarta generación. El control que los grupos económicos ejercen sobre los medios de comunicación, llega a ser de tal magnitud, que en determinado momento, la gran masa no hace más que oír la versión que interesa a determinado sector político.
Resulta curioso leer el artículo de la revista colombiana ‘Semana’, titulada “El computador de Reyes”, aparecido el cuatro de marzo, es decir, apenas tres días después del ataque. Increíble rapidez, el computador que luego de haber sobrevivido al bombardeo, llega a manos de los organismos de inteligencia colombianos, éstos logran prender el aparato, procesan su información y al poco tiempo, la pieza informativa ya estaba en la imprenta para su publicación. A propósito la calificamos de pieza ‘informativa’ porque huele a un elemento previamente elaborado para cumplir la parte mediática del plan de ataque.
En ese artículo se relata verdades, medias verdades y mentiras, para tratar de hacer el cuento lo más creíble posible, Lo que indigna es que gran parte de medios ecuatorianos, en esos días se hicieron eco y transmitían como simples repetidoras, lo que generaban los medios colombianos, a más de privilegiar a individuos en sus entrevistas con clara vocación antipatriótica.
La ofensiva mediática es imprescindible en las guerras de cuarta generación, ya que reconocen como campo de batalla a la sociedad en su conjunto, por lo que, se da gran valor al rol que juegan las operaciones psicológicas o operaciones de (des)información.
Otra muestra de cómo se aplicó la guerra de cuarta generación en el ataque colombiano, es darle a la acción ribetes de ‘conflicto moral’, esto se devela cuando el ex presidente Uribe trata de vincular a los gobiernos de Ecuador y Venezuela con las FARC y consecuentemente con el terrorismo.
En ese marco, pocos se percatan que la amenaza para el eje Washington-Bogotá, no es la insurgencia colombiana, sino los gobiernos progresistas y de izquierda suramericanos. Al Comando Sur no le interesa derrotar militarmente a las FARC, como hemos mencionado, su real interés en el contexto de Colombia es mantener la capacidad de las FARC en un nivel que no sea amenaza seria para las fuerzas militares colombianas y sus aliados políticos.
Otra característica de las guerras de cuarta generación es promover desestabilización a través de todos los mecanismos posibles, incluso financiar y apoyar a grupos políticos que promueven el separatismo, la subversión, hasta llegar al golpe de Estado. ¿Alguien le escuchó protestar a Nebot por el ataque colombiano? Por otro lado, ha sido la nauseabunda Sociedad Patriótica del dictócrata , la organización política que no tuvo empacho en alinearse con las tesis colombianas.
La ley de comunicación
La ley de comunicación fue un mandato constitucional, es decir, después de promulgada la actual constitución en el 2008, la Asamblea Nacional, de acuerdo a la constitución tenía un plazo de un año para aprobar la mencionada ley. Sin embargo, siendo los medios de comunicación la herramienta estratégica y muchas veces el único instrumento que le queda a la oposición desestabilizadora debido a la quiebra de sus partidos políticos, esa ley ha sufrido un total bloqueo por parte de las fuerzas desestabilizadoras.
La comunicación social es una actividad regulada por los estados en prácticamente todos los países por el papel esencial que juega en la sociedad. De acuerdo a Castells hay tres áreas diferentes de regulación: a) regulación del contenido, b) regulación de la propiedad, y; c) regulación de los servicios impuesta a operadores y emisoras. La comunicación es demasiado importante como para dejarla al libre juego de los intereses privados y particulares.
La libre comunicación es una utopía, como señala Manuel Castells, “lo que entonces intuía, y ahora creo, es que el poder se basa en el control de la comunicación y la información, ya sea el macropoder del estado y de los grupos de comunicación o el micropoder de todo tipo de organizaciones. (…) Y la comunicación de masas, la comunicación que puede llegar a toda la sociedad, se conforma y gestiona mediante relaciones de poder enraizadas en el negocio de los medios de comunicación y en la política de estado. El poder de la comunicación está en el centro de la estructura y la dinámica de la sociedad.” Yo completaría esta reflexión de uno de los mayores pensadores en materia de comunicación, que el poder y por ende la comunicación puede ponerse al servicio de las mayorías y de la verdadera democracia, o prestarse solamente para el vil negocio de los grupos mediáticos privados vinculados con intereses geopolíticos hegemónicos, transnacionales y monopolios que buscan únicamente sostener sus privilegios particulares. Los actores sociales embarcados en la inmensa corriente de la ‘Revolución Ciudadana’ , justamente buscan modificar las relaciones de poder en materia de comunicación para la construcción de una sociedad crítica y educada, apropiada de su futuro.
La ley de comunicación ha sido tratada y debatida durante tres años, en esa ley se han concentrado los esfuerzos de la oposición desestabilizadora para que no sea promulgada, sin embargo, el presidente de la Asamblea Nacional ha anunciado que en los próximos días de votará la ley, estaremos expectantes de lo que suceda.
Cosas que molestan mucho a la oposición
Escuchando en los medios de comunicación, a la gran mayoría de periodistas y ‘analistas’ académicos sus puntos de vista, sobre la política internacional del gobierno del Presidente Rafael Correa, uno se pregunta ¿Por qué tanta trivialidad?
Uno puede comprender, sobre todo por su clara conducta y posicionamiento, que los periodistas de oposición critiquen con banales razones la política exterior de la Revolución Ciudadana, se puede entender que estén molestos por haber roto la etiqueta internacional; pero que ex militares y estudiados académicos en materia de relaciones internacionales caigan en insustancialidades es patético.
Solo hallo dos generales respuestas para explicarme esta situación. a) Son opositores y están en su derecho, y cualquier ‘razón’ es buena para oponerse a la actual política exterior, y, b) Hay deficiencias en la formación universitaria en materia de relaciones internacionales. Del primer caso, no nos vamos a ocupar en este momento; vamos a exponer tan solo una hipótesis para explicarnos que estaría pasando en el segundo lugar.
Independientemente de cómo este organizado y a qué intereses y objetivos responden los currículos en las escuelas de relaciones internacionales y seguridad, hay un predominio del estudio teórico de los principales paradigmas en la materia, en desmedro de la investigación geopolítica, y sobre todo, de la geoestrategia, tema de capital importancia en el encendido, frágil e impredecible escenario mundial actual.
No es difícil que un estudiante o un graduado respondan con facilidad a la pregunta ¿Cuáles son las principales escuelas de pensamiento en el campo de las relaciones internacionales y de seguridad? Nos dirá que son cuatro o si se quiere cinco, y si por allí aparece un obsesivo por la condensación, argumentará que son dos en lo fundamental.
Así, se puede decir que la primera es la realista, luego tenemos la idealista, hay algunos teóricos que prefieren calificarla de liberal, si interrumpe el sintético dirá que los estadistas se han debatido entre dos grandes tendencias contradictorias, realismo e idealismo, por lo que, cualquier otra escuela no es más que derivada de esas dos principales corrientes.
No faltará el eurocentrista que recordará que hay la ‘escuela inglesa’, pero el compulsivo por resumir todo volverá a argumentar que esa escuela no es más que una intermedia entre el idealismo y realismo. Pero como siempre hay gente que quiere complejizar todo, argumentará que ese enfoque es muy maniqueísta, que no debemos olvidarnos de la escuela constructivista, y además añadirá que hay más teorías como la crítica, la de resolución de conflictos, por ejemplo. Y como nunca faltan los neos, hará aparecimiento el neorrealista.
Pero si a ese mismo estudiante o graduado le preguntamos: ¿Cuál es el modelo geoestratégico utilizado por la OTAN para derrocar al gobierno de Muammar Gaddafi y cuáles sus potenciales implicaciones en Suramérica? ¿Nos responderá con la misma soltura?
Si le preguntamos ¿Explíquenos qué enfoque debe predominar en el análisis del modelo de integración llamado ALBA, el geopolítico o el geoestratégico, cuál explica de mejor manera sus alcances, además señale las diferencias no ideológicas sino político-estratégicas con la UNASUR? Asimismo digamos ¿Qué esquema tiene características más geoestratégicas, la ALBA o la UNASUR? Será que nuestros interrogados se cuestionen y digan, este tipo pregunta tonterías.
Una estrategia busca satisfacer unas necesidades, que se convierten en los intereses vitales y estratégicos de un Estado. Para cubrir esas necesidades e intereses, hay que pasar a la acción, hay que cubrir unas exigencias que se plasman en una determinada política o políticas. Una estrategia responde a algo, es el cómo plasmar la acción.
Cuando con la promoción de EE.UU se crea toda una arquitectura de seguridad internacional (OEA , JID, TIAR, y otras iniciativas como la Alianza para el progreso, Cumbre de las Américas, etc.), ¿Estos instrumentos o estrategias a qué necesidades e intereses respondieron en su momento y a qué responden actualmente? Pareciera que la historia y el sentido común nos dicta que básicamente satisfacieron y satisfacen las necesidades de Washington. ¿Estas necesidades e intereses coinciden con los de Nuestra América? Aquí la respuesta pudiera ser que depende fundamentalmente de la posición político-ideológica del gobernante que conduce a un país, pero no es así. Las identidades ideológicas facilitan, posibilitan procesos, pero en esencia los países actúan movidos por sus necesidades e intereses.
Así, no se puede decir que los gobiernos de San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, Dominica, y los permanentes y nuevos invitados especiales que son Haití, Santa Lucía y Surinam, estén motivados a integrar la ALBA por razones ideológicas, si están en la ALBA es porque consideran que ese nuevo modelo de integración permite consumar determinadas necesidades. Y nuestros comentaristas académicos suelen desdeñar a esos pequeños países. Pero el país sin nombre con la claridad geoestratégica que le caracteriza no desprecia nada, pruebas muchas: por ejemplo, invasión y derrocamiento de un gobierno de un “despreciable y liliputiense” país llamado Granada.
Cuando el Comando Sur de los soldados universales organiza maniobras como las llamadas Panamax, no desprecia a los “gnomos países” como Belice. Lo que si llama la atención en este caso, son los momentos de deficiente claridad geoestratégica de muchos gobiernos de Nuestra América que se supone impulsan un nuevo proceso de seguridad e integración regional basada en nuestras necesidades, y que aún sigan participando en esas maniobras militares. Es indudable la vacilación y ambigüedad que aún persiste a pesar de los notables avances en la materia.
Es evidente que en la ALBA hay identidades político-ideológicas, especialmente entre los países que la dan un específico sentido a ese modelo, y que ese proceso y otros como la UNASUR han sido posibles gracias a una nueva correlación de fuerzas políticas nacionales que sumadas crean nuevas condiciones de relacionamiento en nuestra región. Pero que esas identidades ideológicas, a las que deben sumarse las culturales e históricas, sean motivo para que nuestros comentaristas académicos minimicen esa experiencia, es mantenerse en esquemas teóricos y de la antigua inercia que no explican la realidad del nuevo escenario y sobre todo son “razonamientos” que no atienden ni entienden las actuales necesidades geoestratégicas.
Además no es nuevo que los países impulsen iniciativas que permitan equilibrar los poderes geopolíticos y geoestratégicos, un ejemplo fue el caso del Movimiento de los Países No Alineados, creado en Belgrado en 1961, esta organización a pesar de su enorme heterogeneidad jugó un papel interesante en la lucha anticolonial, oposición al apartheid, entre otros aspectos.
“Que temeridad, que imprudente”, el Presidente Rafael Correa tuvo la audacia de proponer a la ALBA que se sancione a la Gran Bretaña por el tema de las Malvinas, “que horror”, “somos el hazmerreír del mundo”, dicen nuestros comentaristas académicos.
Sin embargo, si hubiera clara conciencia y voluntad geoestratégica ese debería ser el camino correcto, incluso en un momento determinado si la Argentina no recupera la soberanía de las islas Malvinas, los intereses de Brasil se pueden ver amenazados, si esa zona geopolítica en particulares circunstancias se convierte en geoestratégica, la militarización por parte de los ingleses de las islas podría ser un paso en esa dirección. Si Brasil y el ALBA se unieran en la propuesta que realizó el Presidente Rafael Correa, a Gran Bretaña, a pesar de su bravuconería colonial, no le quedaría otra opción que sentarse a la mesa de negociaciones, con el único resultado aceptable, devolver las islas a nuestra querida Argentina.
ALBA y UNASUR aún no son completamente conscientes del inmenso poder geopolítico y geoestratégico que pueden movilizar si se proponen. Y esto es lo que asusta a EE.UU, de ahí que se emplean a fondo por revertir la situación política en Nuestra América. Y en el caso ecuatoriano, es cuando se entiende la actuación de la oposición desestabilizadora, no es oposición democrática, que a propósito le haría bien al proceso de la Revolución Ciudadana una oposición que mantenga posturas críticas pero constructivas, NO, es una oposición al servicio de las necesidades e intereses del hegemón.
El nuevo regionalismo que ha surgido en Nuestra América, amerita que dejemos de lado de manera definitiva arquitecturas de seguridad y diálogo internacional que no responden a las necesidades e intereses actuales, precisamente de ese nuevo regionalismo ha surgido la UNASUR, pero la misma, por el momento, no va a dar los pasos esenciales que se requieren para empujar al nuevo proceso integrador suramericano, pero la ALBA si lo puede hacer. Es momento de abandonar la OEA en bloque y sus estructuras derivadas, entre ellas la CIDH , en donde la influencia de EE.UU es determinante sin siquiera haber ratificado la Convención Americana de Derechos Humanos de San José de 1969, ni tampoco ratificado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la ONU de 1966.
El financiamiento de la oposición desestabilizadora
Dada la inmensa cantidad de antecedentes y hechos históricos, parece que fuera de sentido común concluir que el país sin nombre ha utilizado y empleado diferentes estrategias e instrumentos con el objetivo de sostener su hegemonía, y si fuera el caso, como lo ha sido, derrocar aquellos regímenes que le son incómodos a sus intereses, no solo en Nuestra América, también en todo el mundo.
Décadas de injerencia sin nombre en nuestros países, no sólo han dejado intentos y golpes de estado, asesinatos, desapariciones, guerras sucias, saqueo de nuestra riqueza, etc., sino también, un mayor conocimiento de los métodos, cada vez más sutiles y sofisticados que se aplican para intervenir en nuestra nación de países.
Sin embargo, gracias justamente a la opacidad, que permite mayor efectividad, cobertura y lenta acumulación para generar los impactos políticos deseados, esa realidad muchas veces no es detectada con facilidad, sino cuando ya es demasiado tarde.
Hoy se ha puesto de moda en el lenguaje de seguridad del país sin nombre hablar del smart power, es decir, la combinación del soft power (influencia cultural) y hard power (fuerza militar y económica). Empero esta estrategia no es nueva, ya que hablamos del viejo truco de la combinación de la zanahoria y el garrote.
Así es, Sherman Kent en su famoso libro ‘Inteligencia Estratégica’ -para la política mundial norteamericana-, publicado en 1949 por la prestigiosa universidad de Princeton, ya señalaba que la guerra no siempre es convencional, hablaba de la guerra política y económica, ya en esos años expresa que la inteligencia estratégica era “ese conocimiento vital para la supervivencia nacional” . Pensamiento estratégico es algo que los imperios están forzados a fomentar para convertirse y mantenerse como tales.
No es casual que el 57% de los think tanks se concentren en Norteamérica (sin México) y Europa. En el top 50 de think tanks especializados en seguridad y política internacional no consta ninguna institución latinoamericana, de acuerdo al ‘Reporte global de tanques de pensamiento 2011’ .
Eso no quiere decir que en Nuestra América no se genere pensamiento, la diferencia puede estar en que allá se ha institucionalizado ampliamente y se trabaja en equipo, y esos think tanks en su gran mayoría son organizaciones de la sociedad civil, pero con apoyos estatales y sobre todo corporativos (transnacionales), se podría decir que son empresas de pensamiento estratégico.
Aunque no es reciente, ahora destaca como táctica privilegiada de la zanahoria el empleo prolífico de ONGs y sus contratistas, que dicen dejar sus generosos millones, sin pedir nada a cambio, solo su supuesto interés por nuestro progreso.
Las instituciones que sobresalen en el financiamiento de la subversión contra gobiernos que no son del agrado de los soldados universales son la International Republican Institute – IRI, la National Endowment for Democracy -NED y la National Democratic Institute – NDI. Estas organizaciones son financistas de muchas ONGs ecuatorianas que se insertan en la base de la sociedad de mil maneras.
No hay espacio donde los desinteresados programas del país sin nombre a través de sus diferentes organismos, USAID, DEA, Grupo Militar, Cuerpo de Paz, etc., no hayan intervenido en nuestro país. En correspondencia no debe haber lugar para la candidez y pusilanimidad respecto a las medidas a tomar como legítima acción de defensa de nuestra institucionalidad democrática. Un antecedente rescatable en la defensa de nuestros recursos demográficos y biológicos, fue la expulsión del Instituto Lingüístico de Verano, en el gobierno del presidente Jaime Roldós Aguilera .
Crisis del 30S
La crisis del 30S que nuevamente colocó al Ecuador en una situación política e institucional de ‘pronóstico reservado’, reveló un conjunto de problemáticas que ya estaban insinuadas en el escenario.
El escenario golpista no se ha disuelto, está planteado en un contexto distinto, catalizado por la misma sublevación que implicaba un golpe de Estado potencial cuyas proyecciones no se agotaron en el 30S.
Las condiciones estructurales que posibilitaron el intento de golpe de Estado permanecen, y sus consecuencias deben ser, en lo posible, pronosticadas para aportar a la consolidación de la República, la Democracia y el Estado.
Después de la primera fase de creación del marco constitucional del 2008, resultante de una crisis orgánica del régimen político (crisis de legitimidad institucional; crisis del sistema político, esto es de los sistemas de mediación entre la sociedad y la forma del Estado, representada en la articulación regional e interétnica) que se arrastraba hasta el triunfo de la Revolución Ciudadana; la segunda fase, que está siendo torpedeada por los intereses tradicionales, busca institucionalizarse a través de la promulgación de leyes orgánicas.
Por ello, es necesario señalar que el centro de gravedad donde converge el conflicto de lo que antes se conocía como ‘lucha de clases’, es la Asamblea Nacional, donde se expresa la sociodiversidad característica del Ecuador y la incapacidad de las élites tradicionales de asumir las consecuencias de su gestión hegemónica y disolutoria, interviniendo para evitar una reconstrucción de la comunidad política nacional con un sentido redistributivo, participativo y soberano.
Las leyes que impulsan la puesta en práctica de la Constitución y proyecto político de la Revolución Ciudadana, son objeto de una cerrada resistencia y constante boicot para dificultar su gestación y aprobación, tanto por la derecha como por una autocalificada “verdadera izquierda” que en esa crisis se develó de cuerpo entero, anunciando apoyos hacia los sectores más retardatarios de la institucionalidad estatal, durante el momento en que se desenvuelve un proceso de potencial ruptura democrática, convirtiéndoles en “organizaciones políticas y sociales” asociadas al corporativismo pretoriano, del cual participan subordinadamente.
En el marco del tratamiento de la Ley Orgánica de Servicio Público en la Asamblea Nacional, pretexto de la sublevación militar y policial, la oposición desestabilizadora acentuó la constante manipulación que durante dos años, -por lo menos-, se hizo en torno a temas como seguridad social, condecoraciones, bonificaciones, salarios, etc., tanto de militares como de policías.
Sociedad Patriótica, el partido político mejor estructurado de la oposición desestabilizadora, es una organización que representa una ideología inconexa y variable con tintes fascistas (con pretensiones de movilizar masas), articulado a intereses imperiales. Su cúpula está compuesta por militares y policías en servicio pasivo, con fuertes relaciones clientelares al interior de los organismos armados del Estado: al tener nexos personales y orgánicos con la Policía y FFAA, supieron como manejar los temas mencionados; y constantemente buscan generar organizaciones parainstitucionales, combinadas con operaciones psicológicas y mediáticas, con la aspiración de provocar hechos como los sucedidos el 30S.
A diferencia de otros sectores que han coincidido contra la racionalización y re-institucionalización del Estado, los militares y policías tienen capacidad de presión porque tienen las armas. Por ello la ciencia política latinoamericana contemporánea, a raíz de las terribles dictaduras del cono sur, señala que una “huelga” de policías y militares es en sí mismo un golpe de Estado. No hay espacio para interpretarlo como un acto fortuito.
La modalidad empleada para la ruptura democrática.
Da la “casualidad” que los gobiernos latinoamericanos que impulsan un proyecto redistributivo, de cambio institucional integral que genera participación, con sus consecuencias geoestratégicas, integradoras, soberanas e independientes de hegemonías imperiales son los que han sufrido fracasados golpes de Estado y un solo caso exitoso, pero condenado por la comunidad internacional, Honduras.
En el caso ecuatoriano, no se cumplieron ciertos requisitos básicos para que podamos confirmar que estuvimos frente a un clásico golpe de Estado. Así, ninguna función del Estado, como ninguna institución de manera integral, ni siquiera la Policía Nacional, se involucró claramente en la crisis. En Honduras a Zelaya lo destituyó la función judicial, con la aquiescencia integral de las fuerzas armadas. Tampoco existió una cabeza visible que lidere la sublevación, no apareció la figura que buscaba tomarse el poder. Por otro lado, si esa era la intención, también se le debió secuestrar al vicepresidente Lenin Moreno , a quien se lo acosó para intentar justificar una supuesta sucesión constitucional.
Lo que buscaban los conspiradores y desestabilizadores en un primer momento era debilitar, al menos como línea base, mediante una clara sublevación planificada, el proceso de la Revolución Ciudadana, el techo del intento del golpe de Estado era conseguirlo inmediatamente, mediante escaladas de agresión y brutalidad , tratando de movilizar a sectores sociales y grupos de carácter corporativo, regionales, políticos y étnicos, para posibilitar su audaz maniobra, y en caso de derrota, culpar al Presidente de estas acciones programadas.
La ruptura de procesos políticos como la Revolución Ciudadana, no son problemas meramente técnicos sino complejas articulaciones político-sociales ante todo. Como lo demostró el golpe de Estado en Honduras, los golpistas tienen que hacer inmensos esfuerzos para que aparezca su golpe como algo hermenéuticamente legalizable. Además porque el actual contexto internacional desestimula y rechaza ese tipo procedimientos, ya que los golpistas se arriesgan al aislamiento. La reacción rápida de nuestros hermanos latinoamericanos fue altamente gratificante. ‘Ecuador no es la república gobernada por los gorilas en Honduras’, pensaba la población que salió a defender a la República, la Democracia y a su legítimo Presidente.
El impacto de un golpe exitoso en Ecuador hubiese implicado una reestructuración fundamental de los campos políticos diplomáticos en el tratamiento del conflicto colombiano, aislamiento político de Venezuela y Bolivia, ruptura de la posibilidad de generar un bloque regional contra hegemónico.
El nuevo tipo de golpe planteado tiene la ventaja de ser opaco y prestarse a interpretaciones múltiples, previamente programadas, en caso de fracasar.
Estamos asistiendo a un nuevo tipo de intervención antipopular, antidemocrática, antirepublicana, antilatinoamericana, que no se puede interpretar desde los conceptos clásicos. Se están generando otras modalidades de golpe de Estado que se pueden aplicar con similares efectos o consecuencias ¿A qué nos referimos con lo anterior?: al hecho de que los tipos de reacción social son mucho más comprometidos con los procesos de transformación, cambio y redistribución, en nuestros países existe una poderosa base electoral y social, por lo que hay que disfrazar los golpes mediante operaciones psicosociales, para que resulten eficientes puesto que deterioran los significados reales de lo que antes estaba muy claro. Hoy los medios, las élites, propugnan que esto fue una huelga, asonada, motín, cuando esa irrupción tenía claros objetivos de desconstituir los primeros esbozos de la nueva institucionalidad naciente.
El magnicidio del Presidente Correa hubiese significado un quiebre serio del proceso de la Revolución Ciudadana y en el peor de los escenarios un salto en caída libre al caos. Recordemos lo que significó para Colombia el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán: se produjeron enormes protestas populares, posteriormente se dio el período que se conoce como ‘La Violencia’ que incuba el aparecimiento de las guerrillas, desarrollándose una guerra civil que hasta ahora no termina y que se ha degradado hasta lo inimaginable. Dado el carácter volcánico de nuestro pueblo posiblemente las consecuencias del magnicidio hubiesen sido aún peores.
Si el Presidente Correa asistió al Regimiento Quito, es porque jamás fue prevenido por el sistema de inteligencia de lo que realmente se iba a producir en el lugar. Su estilo ha sido afrontar directamente los problemas, mucho más en un país donde el corporativismo ha generado una cultura política donde el único interlocutor válido es el Presidente de la República, ni siquiera sus ministros.
Los sistemas de representación se manifiestan con claridad en las enormes dificultades que la oposición tiene de generar un proyecto alternativo, democráticamente viable. Por ello, el atajo consiste en crear condiciones de desestabilización en instituciones clave de una manera anónima que permitan un repliegue estratégico, en caso de fracasar, para catalizar el conjunto de quejas corporativas mediante alianzas transgénicas (policías, militares, indígenas, sectores urbanos).
Un posible desenlace de un golpe de estado exitoso podría haber sido que las FFAA declaran que asumen el gobierno de manera temporal hasta organizar elecciones en el cortísimo plazo, ya que un gobierno militar en estos tiempos es insostenible. Es decir, algo similar a lo que sucedió en Honduras, con la diferencia que es Micheletti (títere del poder real, los militares y la oligarquía) el que organiza las fraudulentas elecciones. Aquí también tendría que hacerse fraude, ya que de otra manera, Movimiento PAIS volvería a ganar las elecciones, otro grave e insoluble problema político para los golpistas.
Otra complicación que no han solucionado los conspiradores, es que las élites de la derecha y de las corporaciones pretorianas, no están aun completamente coaligados, aunque avanzan en su pretensión de estrategia conjunta. Esa posibilidad de acción común de la oposición tiene un severo límite en el carácter contra natura del modelo transgénico propuesto, además que no cuenta con la ventaja estratégica que aún mantiene el gobierno, así como con los efectos de la descarnada lucha de un liderazgo que no aparece por ninguna parte. El 30S significó la posibilidad de una potencial confluencia estratégica para la oposición. Por ello debe remarcarse que la línea base trazada por los golpistas puede haber sido conseguida: Sociedad Patriótica si bien es la más efectiva fuerza política de la derecha, todavía no representa al conjunto de sus intereses, pero son el eje de acumulación más potente del campo antidemocrático, anti-institucional, retrogrado y desestabilizador.
El intento de magnicidio, en si mismo significó una modalidad de golpe de Estado, pero en este artículo no vamos a profundizar en los detalles de lo que fue desde nuestro punto de vista un irresponsable operativo de rescate, por parte del ejército y fuerzas elite de la policía.
Le llamamos golpe de Estado en red premoderno, posmoderno y transgénico porque implicó la combinación de las más arcaicas tradiciones de la cultura política de las élites excluyentes, ciertos poderes regionales y corporaciones tanto institucionales como sociales, que mantiene una orientación pretoriana, esto es la voluntad de aplicar la extorsión, chantaje y violencia, como instrumento fundamental de la acción política.
Se podría definir como posmoderno y transgénico, en tanto implica una movilidad y fluidez casi infinita del carácter de las alianzas posibles, con el objetivo de mantener los feudos originados en la negociación política tradicional: así pues, las más incoherentes relaciones carnales se pueden mantener para preservar los espacios arrancados a dentelladas a la ciudadanía, secuestrando conjuntamente y con objetivos instrumentales el orden democrático y republicano.
En la nueva modalidad golpista antes descrita, no es necesario identificar una cabeza (concentración) visible, sino desplegar acciones coordinadas en red, que es lo que sucedió. La ausencia de una dirección identificable permite diluir responsabilidades y significados del golpe. Por ello, fue clave el control de los medios de comunicación como mecanismo de defensa para no facilitar la semántica y estrategia comunicativa de los golpistas, que de todas maneras ha cuajado. Hemos observado que de acuerdo a la lógica lingüística de los conspiradores, el Presidente Correa termina siendo el responsable de lo acontecido. En un manejo lingüístico perverso, se disfraza semánticamente de huelga, motín, asonada, sublevación, a un acto conspirativo, desestabilizador, anticiudadano, antidemocrático y antirepublicano.
En red porque en la multiplicidad del mundo social e institucional el disparador del golpe de Estado puede ubicarse en cualquier parte: se generan focos que en un momento oportuno son articulados, mediante una aplicación empírica de la teoría del caos. Por ello, la confusión semántica es posible. Carecemos aún de una teoría sustantiva de la naturaleza de este nuevo desafío reaccionario, su lógica, metodología y acción. La combinación de actores que se dio fue digna del ‘realismo mágico’: se inicia con los policías sublevados; continua con los militares de la FAE sumándose-solidarizándose con los policías, no sabíamos que ambas instituciones simpatizaban entre sí.
Los indígenas de Pachakutik (mitificados por la izquierda mundial, al estilo del buen salvaje de Roussau) convocan a la destitución del Presidente secuestrado, exigiendo después la intervención de actores externos para la investigación de lo acaecido; la asambleísta Lourdes Tibán demuestra con ello su enorme voluntad “antimperialista”, de esa manera el discurso de la plurinacionalidad y autonomía de los pueblos indígenas confluyen con la petición expresa de intervención externa sobre un proceso político nacional, lo que revela un elevado grado de esquizofrenia consecuencia de las mutaciones transgénicas propuestas por las corporaciones pretorianas, así, habían descubierto que sus anteriores represores son aliados clave en este momento para la consecución de sus objetivos corporativos; de la misma manera los “radicales y anti-imperialistas del MPD ” descomponiendo su retórica revolucionaria, hacen malabares discursivos inauditos, se suben a las camionetas de la policía a arengar a los transeúntes, para que apoyen las supuestas reivindicaciones del “pueblo armado”, imagen condensadora de las operaciones de indeterminación semántica e irresponsabilidad política.
Por ello se deduce con altísimo grado de verosimilitud que se esperaba la activación y confluencia de otros sectores y sujetos políticos para generar un efecto de contaminación toxica acumulativa y desbordante. No es el asalto inmediato al poder, no es la toma de Carondelet . Sino generar una fisura en la represa que provoque en un tiempo determinado su quiebre integral e inunde el valle de la democracia y sus instituciones damnificando a todos/as los/as ciudadanos/as.
El trazado estratégico es crear ondas que desestabilicen el proceso democrático y la desestructuración del proyecto de la Revolución Ciudadana, a través de generar puntos en conflicto confluyentes; no es oposición democrática son conspiradores al servicio de intereses oligárquicos, antinacionales e imperiales. Por ello es necesario comprender el carácter de la estrategia desestabilizadora, que no es clásica, no puede serlo. Esta es la razón de la urgencia de postular interpretaciones diferenciadas, correspondientes a una lógica nueva en proceso de gestación, para poder responder a las urgentes demandas de acción política en contextos muy distintos a los percibidos por las teorías conocidas. Los conspiradores también aprenden de sus fracasos: los intentos golpistas en Bolivia y Venezuela. Y buscan afinar su tecnología política en golpes de Estado para atenuar el mal olor que dejo el exitoso golpe de Estado en Honduras. Ello implica que han sistematizado con mayor afinamiento sus supuestos teóricos aunque no lo expresan de manera frontal.
Le llamamos golpe de Estado premoderno posmoderno y transgénico porque no encaja en el clásico golpe de Estado, ni cumple todos los requisitos del posmoderno. De ahí el gran debate que el tema ha generado y la importancia de profundizar en su estudio.
La conspiración desestabilizadora continúa porque el factor desencadenante de la crisis fue una ley que se enmarca en la construcción de una nueva institucionalidad y las fuerzas conspiradoras emplean diferentes estrategias, que generan tensiones que se concentran en la Asamblea Nacional, con el objetivo de impedir que pasen los instrumentos normativos que impulsan el proyecto de cambio. La derecha ecuatoriana aprendió la lección de Venezuela, allá en un principio ‘los escuálidos’ se autoexcluyeron del parlamento, lo que favoreció el avance del proceso bolivariano, hoy los mismos ‘escuálidos’ andan felices con la fuerza minoritaria parlamentaria que han obtenido.
Por qué se habla de revolución en el Ecuador
Los argumentos de la oposición desestabilizadora suelen caracterizarse por su precariedad. Acusar a un presidente como Rafael Correa de ‘dictador’ cuando en estos cinco años ha ganado ocho elecciones y ha mantenido sus niveles de popularidad entre el 70 y 80%, como nunca antes en la historia del Ecuador, y es el gobierno constitucional de más larga duración en un país que se ha caracterizado por su inestabilidad política, es patético.
Para terminar este artículo, no vamos a enumerar los grandes logros e inversiones en varios campos realizados hasta hoy día, sería cansado leerlo. Simplemente vamos a detallar unos pocos hechos que denotan que nos encontramos en un proceso de transición hacia otra cosa, que aquí la llamamos socialismo del Buen Vivir o Sumak Kawsay en idioma quichua.
Un aspecto de enorme trascendencia, mucho más en el marco de la actual crisis abarcadora del capitalismo, es la ruptura con el sector financiero que ya no impone sus intereses en la promulgación de las políticas públicas.
Si el sector financiero nacional, que en el año 1999 a través del conocido feriado bancario impuso la confiscación del dinero de los ecuatorianos depositado en los bancos, y que en alianza con los principales grupos económicos relacionados con las transnacionales, “gobernaba” el país con medidas neoliberales, en este momento mantuviera el control del Estado, Ecuador junto con otros países suramericanos, estarían financiando la salida de la crisis de los países del capitalismo central.
La creación de un impuesto a la salida de capitales, las reformas tributarias con énfasis en los impuestos directos, que ha significado que la recaudación se incremente de manera sustancial, la eliminación de la tercerización laboral, el incremento sistemático del salario mínimo, la categorización como delito la no afiliación a la seguridad social, la declaración de ilegítimo a ciertos tramos de la deuda externa, son parte de las políticas de redistribución de la riqueza, que implican, no la desaparición de los grupos económicos en este período, pero si disciplinarles y someterles al bien común.
A esto hay que sumar la promulgación de muchas leyes, que gradualmente van poniendo en práctica, una de las constituciones más avanzadas del mundo, como la Ley de regulación y control del poder del mercado, y la Ley de Economía Social y Solidaria, que busca generar como su nombre lo indica un nuevo tipo de economía, y crea la Corporación de Finanzas Populares, como parte de la recuperación de la banca de desarrollo.
Adicional hay que recalcar, justamente el nuevo enfoque geopolítico en las relaciones internacionales, que buscan un gran objetivo, la creación de una nueva arquitectura financiera y relacionamiento comercial entre los países suramericanos, campo donde también se están estableciendo pilares importantes, y se ha conseguido avances como por ejemplo, la creación del SUCRE (Sistema Unitario de Compensación Regional) que es una unidad de cuenta común acordada en el 2008 entre los países de la ALBA que busca reemplazar al dólar estadounidense en el comercio inter regional.
* Mario Ramos is the director of the Centro Andino de Estudios Estratégicos, Ecuador.
Fuentes consultadas:
Libros
– CASTELLS, Manuel; Comunicación y poder, Alianza editorial, Madrid-España, 2009, 679 pp.
– KENT, Sherman; Inteligencia Estratégica, -para la política mundial norteamericana-; Editorial Pleamar, 3ra edición, traducción de Juan Carlos Saint-Lary, Buenos Aires-Argentina, 1967, 249 pp.
– RAMOS, Mario; PÁEZ, Alexei; 30S La Contrarrevolución (varios autores), editado por el Ministerio de Coordinación de la Política y Gobiernos Autónomos Descentralizados, 1ra edición, diciembre 2010, Quito-Ecuador, 128 pp.
También disponible en www.alianet.org como El magnicidio perfecto, 8 de octubre de 2010.
Artículos
– RAMOS, Mario; Movimientos geoestratégicos, operaciones de inteligencia y psicológicas, en el calentamiento del escenario andino, noviembre de 2009, disponible en www.alianet.org
– RAMOS, Mario; La geopolítica de los contenidos, 22 de diciembre de 2011, disponible en www.alianet.org
– RAMOS, Mario; Usaid el oxímoron del imperio, 8 de febrero de 2012, disponible en www.alianet.org
– RAMOS, Mario; Algunos elementos sobre la estrategia de la oposición desestabilizadora, 22 de febrero de 2012, disponible en www.alianet.org
Documentos
– Acción encubierta en Chile 1963-1973: Informe de la comisión designada para estudiar las operaciones gubernamentales concernientes a actividades de inteligencia, Senado de los Estados Unidos, 18 de diciembre de 1975, imprenta del gobierno de los Estados Unidos 63-372 Washington.
– The global go to think tanks report 2011, James G. McGann, Ph.D. Director Think Tanks and Civil Societies Program International Relations Program University of Pennsylvania.
Páginas web:
– www.defensahumanidad.cu: José Steinsleger, “Capo de la USAID para América Latina”, publicado 16 de noviembre de 2011.
– www.usaid.gov: acceso febrero de 2012.
– www.greenbergresearch.com: acceso febrero de 2012
– www.fpri.org: acceso febrero de 2012