The Consultative Group to Assist the Poor (CGAP), based at the World Bank, has established a ‘Microfinance Gateway’. Recently even this generally pro-microfinance body has given space to radically differing points of view. One page carries the headline: “Microfinance: a tool to eliminate poverty or an obstacle to development?”, and reports on the current polemic between advocates and critics of microfinance, as well as providing useful links to other documents. The critical position is taken by Enrique Velazco, Director of the INASET Foundation, a centre for developing small and medium enterprises in Bolivia.
Relying on the arguments of Milford Bateman, Velazco states bluntly “Microfinance is a brake on the development of production. Since the dawn of this system at the end of the 1980s, it has been apparent that the amounts and terms of microfinance loans were incompatible with productive activities in the legal economy which generate real value… By its very nature, microcredit can dynamise activity in retail and high-turnover services in grey markets not subject to tax and labour regulation. In an open and uncontrolled market such as Bolivia’s, strengthening this type of commerce creates unfair competition for producers…”
In the opposite corner, Fernando Molina, a Bolivian writer and journalist, argues that:
“1. Microcredit is not just used for contraband and illegal trade: one third of it is used for crafts, small industry and agriculture.
2. In recent years, microcredit interest rates have fallen and loan periods have lengthened, which makes it possible for it to finance legal production and trade.
3. Microcredit for consumption is vital to support the internal market.
4. The de-industrialisation of the country and contraband are caused by factors far more complex than just the existence or not of a large number of unscrupulous traders with cash in their pockets.”
Microfinanzas: ¿Herramienta para eliminar la pobreza o un obstáculo para el desarrollo?
De I a D: Colours of Microfinance por Sudipto Das; Corn Care por Somenath Mukhopadhyay; Little Helper por Wang Li. 2011 CGAP Microfinance Photography Contest.
Polémico debate sobre la efectividad de los microcréditos en la lucha contra la pobreza
Este artículo es una recopilación de distintas opiniones de expertos sobre la efectividad e importancia de la inclusión financiera.
¿Reducen las microfinanzas la pobreza? ¿Aumentan la libertad? ¿Son industrias exitosas? No, tal vez, y sí, contesta David Roodman a estas preguntas en su libro “Due Diligence: An impertinent inquiry into microfinance”, publicado en el 2011 por el Center for Global Development (CGD). Mientras tanto, Milford Bateman, autor del libro “Why Doesn’t Microfinance Work? The Destructive Rise of Local Neoliberalism” (¿Porqué las Microfinanzas no funcionan? El crecimiento Destructivo del Neoliberalismo Local) y uno de los oponentes principales a los microcréditos, probablemente contestaría a las tres preguntas con un “No”.
Es a partir de aquí que inicia un polémico debate internacional en la industria dentro del cual se cuestiona si realmente las microfinanzas funcionan, es decir, si cumplen con su objetivo final de “ayudar a las personas a salir de la pobreza” y si contribuyen al desarrollo productivo de las economías o si más bien lo frenen.
Uno de los debates que ha resonado más en el mercado de habla hispana, surge a raíz de la publicación de un artículo escrito por Enrique Velazco, Director Ejecutivo de la Fundación INASET, un centro de fomento a la Pequeña y Mediana Empresa de Bolivia, en el diario boliviano Página Siete.
Basado en los planteamientos de Bateman, Velazco argumenta que como el microcrédito apoya principalmente la economía informal, perjudica el crecimiento económico real y sostenido de los países. Ante esta problemática, plantea que las inversiones deben enfocarse más a actividades productivas, a cooperativas y pequeñas, medianas y grandes empresas, en lugar de seguir apoyando microempresas que no tienen potencial para el futuro. A continuación algunos extractos del artículo de Velazco:
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Detrás de una máscara de bienestar, beneficio y desarrollo, el microcrédito no es más que un espejismo que perjudica el crecimiento económico real y sostenido.
Enrique Velazco
“El microcrédito frena el desarrollo productivo. Desde los albores de este sistema, a fines de los años 80, se advirtió de que los intereses, montos y plazos no eran compatibles con las actividades productivas legales que agregan valor.
Por sus características, el microcrédito puede dinamizar actividades propias del comercio al detalle y servicios que tienen alta rotación y no son regulados por normas laborales o tributarias; pero en un mercado abierto y descontrolado como el boliviano, fortalecer este comercio es equivalente a promover una competencia desleal para los sectores productivos, que tienen en los costos de transporte y de distribución de los productos importados, legales o de contrabando, alguna defensa de su mercado interno…
La presentación del profesor Milford Bateman mostró que el microcrédito, en todo el mundo, no cumplió ninguna de las promesas con las que los organismos internacionales lo promocionaron: no redujo la pobreza, no creó empleo, el ingreso de los pobres e “informales” se redujo y no así su endeudamiento, y no logró empoderar a las mujeres.
Lo más llamativo: la agricultura tradicional ha sido fuertemente golpeada, los recursos se han destinado fundamentalmente al consumo y se han promovido “burbujas” financieras.
En Bolivia, uno de los países líderes en servicios microfinancieros, Bateman encuentra que la economía y la agricultura se han “primitivizado”, mientras que las ONG que impulsaron las microfinanzas han evolucionado a bancos comerciales, altamente rentables, porque el microcrédito ha generado inéditos beneficios y utilidades para las entidades financieras, sin un paralelo en los supuestos beneficiarios, personas o en la sociedad.
En consecuencia, el expositor sostuvo que el discurso sobre inclusión y profundización financiera, asumidos como la nueva misión del sector, son “cínicos” intentos para perpetuar las microfinanzas… es la primera vez que escucho a un consultor internacional que vincula directamente al microcrédito con las peores prácticas del neoliberalismo, que aboga por identificar y desarrollar mecanismos alternativos para financiar al sector productivo y que postula que la creación de puestos de trabajo de calidad es, de lejos, la única alternativa -muy superior al microcrédito- para atacar y derrotar la pobreza…
Según datos de la OIT citados por Bateman, el microcrédito ha generado un mayor endeudamiento y menores ingresos para los segmentos más vulnerables. El CEDLA estima que más del 70% de los puestos de trabajo creados en 2011 son precarios; el aumento del autoempleo -bajo el eufemismo de “emprendedurismo”- es igualmente precario y frena el crecimiento al aumentar el trabajo de baja productividad…
Recientemente, el Banco Central de Bolivia planteó incentivar el microcrédito para fortalecer la informalidad como alternativa ante la falta de empleo, argumentando que “gracias a Dios todos somos informales, sino estaríamos muriéndonos de hambre (‘) si tuviéramos que legalizarnos, pagar impuestos e incorporar a todos nuestros trabajadores a la seguridad social”.
No se pueden atribuir al microcrédito todos los problemas del desarrollo, pero apoyados en las conclusiones de Bateman, es hora de volver a insistir en que el desarrollo productivo que necesitamos para “vivir bien” sólo será posible si pagar impuestos y dar seguridad social no son una carga que hace inviables emprendimientos capaces de crear valor y empleo, sino una práctica de bien común que contribuye al desarrollo nacional.
El reto no es mejorar el mercado de microfinanzas, sino adoptar principios y valores para emprender reformas estructurales en políticas sociales y económicas, especialmente en las fiscales y tributarias, para alentar y premiar la creación efectiva de valor, generar oportunidades de empleo digno y, sobre todo, promover la distribución equitativa de la renta.
La “profundización financiera” sólo contribuirá a acentuar la pobreza y la desigualdad, y anulará las posibilidades de un crecimiento productivo, equitativo e incluyente a largo plazo…”
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Como respuesta a este artículo Fernando Molina, escritor y periodista boliviano, refuta los argumentos de Bateman y Velazco en un artículo en el mismo diario haciendo las siguientes afirmaciones:
Sería genial haber alcanzado el desarrollo y entonces poder prescindir de las microfinanzas. Pero me pregunto si ésta es una alternativa real u otra falacia intelectual… si se trata de vivir, es justamente en la vida real donde el microcrédito se gana sus méritos.
Fernando Molina
“Aquí pondré sólo un ejemplo: En 1985, cuando las microfinanzas nacieron, el sector informal era exiguo, por no decir inexistente. Ahora, en cambio, ocupa el 70% de la fuerza laboral… Sería genial haber alcanzado el desarrollo y entonces poder prescindir de las microfinanzas. Pero me pregunto si ésta es una alternativa real u otra falacia intelectual. Si se trata de soñar, podemos soñar tanto como queramos en un superpoderoso Estado del bienestar; pero si se trata de vivir, es justamente en la vida real donde el microcrédito se gana sus méritos.
Refutemos ahora el argumento más sofisticado y sofístico del artículo que estamos criticando: Dice Velasco que por sus características (tamaño, plazo y costo) el microcrédito sólo sirve para financiar el comercio ilegal y por esto “promueve una competencia desleal” a la industria nacional…
El microcrédito no sólo sirve al contrabando: un tercio se destina a la artesanía, la pequeña industria y la agricultura;
En los últimos años, las tasas han caído, los plazos se han alargado… lo que hace posible que los microcréditos financien actividades legales, tanto comerciales como productivas;
El microcrédito de consumo es fundamental para mantener en funcionamiento el mercado interno, y
La desindustrialización del país y el contrabando se deben a causas mucho más profundas que a la existencia o inexistencia de una masa de comerciantes poco escrupulosos con dinero en el bolsillo.”…
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¡Ahora es su turno de opinar!
Según la experiencia en microcréditos, microfinanzas y/o inclusión financiera como tal en su país:¿Considera usted que “funcionan las microfinanzas”, es decir cumplen con su objetivo final de aliviar la pobreza? Y más allá de eso: ¿Pueden contribuir las microfinanzas – y los microempresarios al que apoyan – al desarrollo productivo de la economía? ¿O son las microfinanzas nada más que un espejismo?
***Las opiniones expresadas en la sección de ¡Actualízate! en el Portal de Microfinanzas y en este artículo, no reflejan necesariamente el punto de vista ni del Portal de Microfinanzas, ni del CGAP.